ay ella!

De niña solía sentarse sola frente al río y llorar apretando los dientes, mezcla de rabia y de tristeza.

Los días se sucedían uno tras otro y ella se sentía apagada, escondida pidiendo a gritos su lugar, nadie la escuchaba, la frustración latía en su mirada.

Creció golpeada, solo el instinto pudo salvarla, la niña guerrera asomaba. 

Dejo crecer su cabellera "estoy aquí" decía a gritos con sus ojos tristes y su mirada clara. 

Afuera todo seguía hostil, el mundo entero había decidido que ella no existía y todos se negaban a mirarla.

Dulcemente su abuela fue la primera en encontrarla, su primer amiga verdadera. Solo en secretos y a ratos ella la acariciaba, sabía que ella, allí estaba.

Hacían algunas cosas juntas, ya no estaba sola, ya no era invisible, alguien la aceptaba, tibio reflejo de amor incondicional, aunque teñido de una aceptación sórdida y limitada.

Afuera todo se ponía todavía mas hostil. La niña guerrera sobrevivía pero no ganaba, su vida se escurría, entre enojos, tristezas y batallas.

Su cuerpo se transformaba, ella quería ser tocada.

Su incipiente cárcel viril crecía y ella la menospreciaba.

El deseo fue la llama, sigilosa asomaba de su cárcel, ella quería ser tocada!

Jugaba temerosa e inocente, no podía contener sus ganas.

Un día descubrió que ser vista por todos podía ser peor que ser ignorada,
abruptamente ultrajada le violaron la ilusión, le apagaron la mirada.

Nunca volvió a mirar igual, ahora de a ratos ella baja la mirada.
No quiere que la vean, no quiere ser ultrajada.

La niña guerrera ya era mujer lastimada. 

Hizo de su prisión el arma, de su secreto la coartada.
Y fue creciendo.
Aprendió a vivir sin ser querida, y solo en secreto ser tocada.

Así la piel se fue fundiendo con su cárcel, el ying y el yang se acomodaban.

Su carácter y su Ser endurecidos, juntos moldearon una dama sórdida, sigilosa, despechada, despiadada.

Se recluía y en soledad, gritaba y golpeaba muros mientras se lastimaba.

El mayor ultraje estaba en su mente, la negación de su pasión desenfrenada se hizo violencia y poco a poco iba devastando su mas pura esencia de Amor, su deseo de ser tocada. 

Todos eran en igual medida placer y martirio. Amor y venganza. Imagen y semejanza.

En su avasallante andar, ella era el deseo atravesado por su secreto, víctima y victimario de un crimen perfecto, un disparo certero al alma.

"Seré peor que todos ellos, seré mi propia tumba cavada" parecía gritar su corazón corroído, 

poniéndose aun mas duro con cada estocada.

Esa mujer estaba acorralada. Su cárcel fundida con su piel. Su alma enroscada.

Su deseo de ser tocada era un grueso "no me toquen!"... y en sus ojos, las ansias.

Sus ganas de sentir y disfrutar, un exceso de excesos y desorden... y su farsa, la templanza.

Su cárcel el fiel reflejo de su mas ardiente deseo... su represión, el karma.

El rencor ancló sus sueños y los transformó en logros y progresos, la furia salió solapada, la mujer indignada decidió jugar su juego y darle a todos ellos su dosis de venganza.

Ellos cayeron uno a uno, ella inflaba el pecho y reía. Mas se inflaba, extrañamente mas se endurecía.

Quedo tan solo la mueca de una mujer que reía, de una mujer que amaba, de una mujer que soñaba, de una mujer que sentía, una mujer que quería ser tocada! 

No la toquen, que ella ya tiene marido y un amante que le hace temblar las patas!

Amor verdadero..., no, nada que ver.

Ella aun no despertaba. Soñaba.

De a ratos lograba ser tocada.

Ambiciosa, la niña guerrera ya era toda una estratega, un elixir de confianza,
un minucioso uso de las palabras un gran esfuerzo mental, una decisión tomada,
y ellos iban cayendo en su red misteriosa, angelada, endemoniada.

y pensar que yo la amaba...

Ella esta perdida, desesperada, enfurecida,
de sus ojos yo se, que ella también me amaba.